Desde el más remoto tiempo y lugar el hombre ha necesitado adivinar el futuro, esa necesidad de conocer el futuro le ha generado diferentes formas de adivinar, multiples sistemas de adivinación basados todos ellos en preguntar al destino. Pues el destino es tema central del hombre.
Tal como diría Francisco de Aldana
El ímpetu cruel de mi destino
¡cómo me arroja miserablemente
de tierra en tierra, de una en otra gente,
cerrando a mi quietud siempre el camino!
¡Oh, si tras tanto mal grave y contino,
roto su velo mísero y doliente,
el alma, con un vuelo diligente,
volviese a la región de donde vino!
Iríame por el cielo en compañía
del alma de algún caro y dulce amigo,
con quien hice común acá mi suerte.
¡Oh, qué montón de cosas le diría,
cuáles y cuántas, sin temer castigo
de fortuna, de amor, de tiempo y muerte!